sábado, 8 de octubre de 2016

Me gustan los toros...pero detesto la tauromaquia

Para mi gusto personal, los toros son unos de los animales más hermosos que habitan en la Tierra. Son una especie digna de cuidar y mantener, de ahí que la tauromaquia me parezca una aberración contra los toros en particular y contra la especie animal en general.

Afortunadamente, cada vez hay más personas que se dan cuenta de lo miserable que son las corridas de toros, y se niegan a aceptar que esto siga siendo considerado como una costumbre típica de España. Se les conoce como antitaurinos, y me parece profundamente importante su lucha para que este país siga dando pasos hasta convertirse en un lugar medio en condiciones.

En el otro lado, tenemos a los taurinos, cuyos argumentos para defender la tauromaquia son, cuanto menos, ridículos y encima se desmontan en el mismo instante en que los sueltan por la boca. Ojo, que quede claro: no tengo nada contra las personas a las que les gusta ver las corridas de toros. Respeto a todos aquellos a quienes les guste (siempre que merezcan ganarse mi respeto), pero lo que no pienso respetar, es ese gusto particular que tienen, el cual estoy lejísimos de compartir. Y por supuesto no me alegro cuando un torero muere, pero tampoco me da demasiada pena teniendo en cuenta que su trabajo se basa en enfrentarse a un toro que le puede clavar un cuerno en cualquier instante.

Épico que ayer cuando fui a hacerme la foto en la Malagueta
para esta entrada, viera esta pintada en una puerta.

sábado, 1 de octubre de 2016

La esclavitud se carga

Érase una vez, un mundo donde la esclavitud se compraba, y además, costaba bien cara. Un mundo donde los esclavos se llamaban seres humanos, y donde los amos, eran conocidos como smartphones.

La iniciación era sencilla: el esclavo, dispuesto a gastar su dinero en algo tan valorado en aquellos tiempos como un smartphone, se dirigía a uno de los comercios donde disponían de diferentes tipos de amos, todos colocados de tal manera, que era fácil que cualquiera los deseara. Antes de adquirirlo, los esclavos analizaban a sus amos, los comparaban con otros para elegir en cual era mejor invertir su dinero, o simplemente, en caso de que el esclavo fuera uno de los fanáticos de la manzana mordida, adquirían uno de este modelo porque pertenecían a una importante marca con mucha reputación, al parecer, por inflar el precio de sus productos. Al menos, esa empresa, logró que los niños del mundo, entraran al colegio, sabiendo cómo decir ¨manzana¨ en inglés.

Una vez que el esclavo compraba a su amo, el proceso de esclavitud comenzaba. Por delante se encontraban infinidad de horas que el amo robaría de la vida del esclavo, y muchas de ellas, sin que éste se diera cuenta.