He perdido la
cuenta de la cantidad de años que llevo trabajando en este Hospital, y todavía cometo el error al confiar en que llegará el día donde las cosas se vuelvan a hacer bien.
Después de conocer
a tantos compañeros que han pasado por estos pasillos, puedo asegurar que soy
el único de la plantilla actual que es consciente de la situación tan grave que
se fomenta hora tras hora. Algunos de los ¨nuevos médicos¨, aunque de forma esporádica realizan
algún comentario crítico hacia este sistema sanitario sin sentido, no parecen
para nada extrañados con lo que ahora ocurre (en parte gracias a ellos) en los hospitales. Fuera de estos
edificios, a la sociedad no parece gustarle la forma en que se hacen las cosas,
pero tampoco se puede decir que hagan demasiados esfuerzos por cambiar esta
triste realidad. La sociedad solo sabe gritar y pelear contra este sistema cuando les toca
a cada uno de ellos sufrirlo en primera persona.
Tengo la sensación
de que ha pasado lo que tantas veces a lo largo de la historia: una locura pasa
a ser algo cotidiano, y la gente la acepta como normal.
¿Qué ocurre aquí?
Antes de responder os doy un consejo, agarraos bien a lo que tengáis a mano
porque vais a quedaros sin palabras: hace años, muchos años ya, pensabas en un
Hospital y te venía a la cabeza el típico edificio al que ibas cuando te
encontrabas realmente mal. Tenías la certeza de que una vez allí, los
profesionales de la medicina pondrían todos los medios posibles en curarte, y
que abandonarías el lugar por la puerta de salida sintiéndote lo más sano
posible. Pero ese tipo de Hospital está en peligro de extinción, y actualmente
es difícil de encontrar…o directamente imposible.
Pero algún momento
todo cambió, nadie sabe por qué, y desde entonces los hospitales se dedican a
otro asunto. Desde hace bastante tiempo, aquel que se encuentra enfermo, sigue
optando por ir a uno de estos edificios, pero teniendo bien claro que las
probabilidades de curación son más bien escasas. Lo que ahora se hace en estos
lugares, parecería algo disparatado hace muchos años, pero es una realidad más de nuestra vida actual. Los
Hospitales se han convertido en centros para mejorar a los mejores.
Los hospitales de mi tiempo están prácticamente enfocados a trabajar en exclusiva con los más sanos
de las ciudades. Se pretende que aumenten su fuerza, rapidez, flexibilidad, agilidad, resistencia, y varias cualidades más con el fin de que rocen la
perfección. Muchas consultas y quirófanos ahora están invadidos por aparatos para el ejercicio físico, y la belleza; pero cada vez es más complicado encontrar por aquí medicamentos o instrumentos sanitarios. Esto provoca que aquellos que llegan de urgencias en peor estado, sean tratados de forma superficial, aunque en realidad no se hacen apenas esfuerzos por
evitar su dolor. Incluso estos médicos llegan a mirar cómo los pacientes se acercan a la
muerte, sin intervenir porque requiere mucho más tiempo y esfuerzo.
La única mínima
oportunidad para que pongan los medios necesarios en una curación es, como
podéis imaginar, que el paciente tenga dinero o influencias. He llegado a verme
completamente solo en un quirófano tratando a un anciano que llegó en
ambulancia siendo más cadáver que persona, mientras la mayoría de mis compañeros daban una charla a cientos de jóvenes ¨pacientes¨ sobre la alimentación perfecta para aumentar la musculatura. Por supuesto, aquel hombre murió
porque a nadie más aparte de a mí le interesaba hacer esfuerzos en su curación.
Con todo este
asunto, suelo recordar bastante la época de la Universidad. Allí nos comían la
cabeza todo el rato y pretendían que nosotros, la nueva generación, cambiáramos
esta situación. El problema es que llevan llamando ¨nueva generación¨ a no sé
cuentas generaciones ya, pero luego te das cuenta de que no interesa que cambie
nada. Una vez consigues tu plaza, es fácil verse arrastrado, y rápidamente consiguen
que toda la ilusión por solucionar tanto problema, se esfume. A no ser que te
de igual ser el bicho raro, el despreciado y marginado por todos, por tal de
saber que haces lo correcto. Pero en muchas ocasiones, intentar cambiar todo
esto, tú solo, es como nadar a contracorriente. Aunque aseguro que merece la
pena luchar por lo que crees y tener la seguridad de irte cada noche a la cama sabiendo que das todo lo que puedes con el fin de solucionar un problema social.
A priori todo eso puede parecer absurdo, pero ¿Qué pasa si trasladamos esta historia de ficción al sistema educativo actual?
En la gran mayoría de colegios, con los alumnos que tienen
cualquier tipo de dificultad que les impide ir al ritmo de la mayoría, se
realizan trabajos totalmente superficiales y con un mínimo nivel de éxito. En
pocas palabras, se les deja morir en el sistema educativo mientras los que
pueden hacer algo por ellos, emplean esfuerzos en los alumnos que no necesitan
tanta ayuda. Y precisamente, los que más dificultades tienen son los que más
apoyo deberían recibir. Estos alumnos salvo milagro, acaban hundiéndose bien
porque no tienen una buena disciplina de trabajo en su familia, porque sufren
alguna dificultad de aprendizaje, porque no se adaptan a la evaluación que la
escuela desde siempre impone, o decenas de motivos más. En definitiva, los
alumnos que más problemas acumulan, son los que menos papeletas tienen para
triunfar en unos colegios que, por general, solo están enfocado para que
triunfen los que mejor saben adaptarse.
Sin embargo, aunque todo esto haya ocurrido desde
prácticamente el principio de las escuelas, creo que no tiene sentido ninguno. La escuela debería
ser una institución donde se atendiera con verdadera calidad a los que más
problemas presenten para alcanzar el aprendizaje óptimo, y no un sitio donde se les
trate como una carga pesada e incómoda.
El alumno con problemas que tenga recursos económicos
en su familia, no va a tener problemas, porque sus padres le apuntaran en una
academia privada donde lograrán que
alcance al resto, pero ¿Qué pasa con los que crecen en una familia
pobre? Están condenados.
Lo que quiero decir con todo esto, es lo siguiente: igual que nos parecería una completa locura imaginarnos un mundo donde los Hospitales sean lugares donde no
se trate correctamente un enfermo de la UCI, pero sí que se trabaje con los
más sanos que no necesitan apenas cuidado alguno, ¿por qué no nos echamos las manos a la cabeza cuando el docente en particular o el sistema en general, no logra recuperar a esos alumnos condenados a fracasar? Es responsabilidad tanto del maestro como de la administración que esos alumnos salgan adelante, al igual que es responsabilidad tanto del médico como del sistema sanitario público que esos pacientes salgan del Hospital curados.
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