martes, 27 de junio de 2017

Adiós Universidad

Punto y final para una etapa clave de nuestras vidas que será imposible de olvidar por todo lo vivido gracias a poder haber tenido la suerte de pertenecer temporalmente a ese grupo llamado ¨universitarios¨.

Una carrera de obstáculos nada sencilla que comienza cuando eres todavía un adolescente que se pierde entre los pasillos de la Facultad, y que se termina, llegando casi sin fuerzas a la meta final, convertido en todo un adulto que está cansado de tener la Facultad como segunda vivienda.





Infinitas visitas al Campus Virtual. Una millonada gastada en fotocopias. Muchas preguntas sin respuesta. Innumerables correos de la Universidad en la bandeja de entrada. Trabajos grupales que parecían que nunca iban a terminarse. Tareas realizadas en el último momento. Profesores que abusan de las explicaciones con el PowerPoint. Horas y horas de insoportable estudio. Acostumbrarse a los nervios precios a los malditos exámenes. Odiar con toda tu alma a los que inventaron eso de la normativa APA. Sufrir hasta el último momento con nuestro amigo el TFG. Pero también muchas risas y diversión acompañando a cada una de esos aspectos negativos. Porque todo lo de este párrafo y mucho más, es la vida en la Universidad.

Al fin y al cabo, son nada más y nada menos que 4 años decisivos para definirnos como personas, donde se unen las vivencias propias de la juventud, con lo que te aportan las clases, y lo que vives fuera del aula con esas ciertas personas increíbles que se conocen en este periodo, que te llevas para la vida.

4 años para saber que camino quieres recorrer en el futuro, y que otros no te gustaría pisar ni aunque te pagaran. Para crear tu propio filtro de relaciones, que solo traspasan esas personas que demuestran merecer acompañarte en los años que están por venir, quedándose fuera los que es mejor mantener alejados. Para conocerte mejor a ti mismo y abrirte la mente en todos los sentidos.

4 años para aprender que el esfuerzo, el sacrificio y la dedicación siempre tienen la recompensa. Porque aunque el sistema no se adapte a nosotros, ser capaces de superar los obstáculos que desde arriba nos presentan, dice mucho de nuestra fuerza de voluntad que no todos llegan a valorar.

4 años repletos de profesores que inspiran, ante los que hay que quitarse el sombrero porque da gusto escuchar sus clases, y otros que hacen preguntarte cuantas veces se habrán puesto de rodillas para conseguir ese puesto.

4 años para valorar a esas personas que con el paso del tiempo siguen ahí, apoyándote en los momentos donde es más fácil rendirse.

4 años que finalizan con muchas lecciones de vida, algunos que otros consejos para la profesión, y unas cuantas personas que por nada del mundo cambiaría.

4 años de experiencia universitaria que merece la pena vivir. En mi caso, para aprender que graduarme como maestro significa que puedo decir bien alto que estoy capacitado para ejercer la profesión más importante del planeta. Otra cosa es qué pasará a la hora de encontrar trabajo…

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